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III Solve et coagula. Cuando la luna vaya a entrar en cuarto creciente, prepara tu matraz, el alto. El día exacto lo conocerás esa mañana. Mientras recoges las amarillas flores de la manzanilla, delicadamente, como cada mañana, un instante después de que los primeros rayos del sol las despierten, y antes de que se evapore el rocío, que les da valor. Fíjate entonces en la primera abeja que inicia su jornada, persíguela, a través del camino que ya debes conocer de memoria, que debes poder realizar a ciegas, y observa su llegada a las matas de romero. Observa cómo se aproxima, cómo en círculos va seleccionando su primer objetivo alrededor de los leñosos tallos, sobre los ramilletes de flores. Observa cómo en su vuelo avanza y retrocede, dando siempre la cara al cogollo de la planta, donde se acumulan la mayoría de sus diminutas flores; mira y comprende cómo el aéreo círculo irregular se resuelve en espiral. Desde tu punto de vista, que ya tendrás seleccionado, ve contando los círculos de la espiral, cada vez que en su giro la abeja madrugadora lo marca con un brusco retroceso. Justo en la séptima vuelta, en la séptima pasada, en el séptimo retroceso, empieza a contar las puntas de la estrella, porque la abeja con su vuelo dibuja en el aire una estrella regular. Cuenta rápido, y asegúrate de que lo haces bien; es sólo una vez en el mes lunar que la abeja adelanta y retrocede doce veces, es decir forma en el aire la estrella de doce puntas, por los doce signos. No olvides recoger y atesorar tus flores de manzanilla, pero apresúrate. Esa misma mañana has de ponerte en marcha para que por la noche, bajo los débiles rayos cruzados de las apenas visibles puntas de la luna creciente, iniciar la mezcla de sólido y líquido (y gaseoso, por los gases que las puntas de la luna hacen llegar curvos a la decocción). Ten dispuesta la leña, en abundancia, porque el fuego lento no puede cesar, ni tener altibajos, ni excederse ni faltar. Ten lista la galena, argentífera galena hecha negro polvo en el almirez; polvo fino, del que atraviesa un cedazo de lino fino. Muele las higas de azabache, en trozos visibles, quebradizos. El agua de lluvia recogida en mayo ha debido tener ya su justa ración de luna; sobre el espejo que ha de formarse en la superficie del recipiente vidriado, puedes, como prueba, contemplar tu rostro, ojeroso por nictálope, de pupilas afiebradas... Sonríete. El agua turbia se decantó, y una fina capa de flexible agua plateada por la luna, sobre el fondo de azogue, mostrara tu imagen, cansada pero limpia. Prepara el papel impermeable para recoger esa fina capa. Y muy lentamente, sin enturbiar el agua, retírala toda, toda la fina lámina, sin dejar nada, y guárdala en una redoma transparente de cristal de roca: Es tu imagen, que podrás recuperar en un futuro, libre ya de insomnio y de cansancio por la pesada carga de los días, durmiente en el fondo del cristal. Después, cuando toda tu imagen esté a buen recaudo, sin mover la superficie, para que las impurezas decantadas permanezcan en el fondo, con cuidado, permite que la parte más limpia y pura, la superior, penetre lentamente en tu pequeña pipeta; unas pocas gotas de agua de lluvia destilada, y bendecida por la luna, bastarán. Pero no toques el agua, no permitas que ese líquido puro y transparente se pueda ver contaminado por tus propios efluvios, aún imperfectos, impuros. Sabes lo que te costo depurar hasta el límite esa pequeña pipeta que habías guardado como oro en paño para esta ocasión. Cuando esté todo listo, espera, descansa un poco, no está de más un corto sueño, pues la noche será larga y tediosa. Prepárate y repite para ti mismo: .... solve et coagula. John Sereira / Elturiferario. Julio de 2007.
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IV Números arábigos. John Sereira / Elturiferario. Julio de 2007.
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V Apariencias I. (Silvia) Vosotras
ignorais por qué tiene mala fama la fuente
Salmacis, y
por qué sus aguas hacen a los hombres afeminados y blandos
(...) John Sereira / Elturiferario. Abril de 2007.
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VI Apariencias II. Para mí es
fácil hablar de Marta. John Sereira / Elturiferario. Mayo de 2007.
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VII Digresión I. La nuca de Mila, el inicio de la espalda de Ginger, ¿están hechos de carne mórbida y sangre abundante y sana, o del óleo, química también, de Velázquez en la "hilandera" que nos da la espalda en la fábula de Arachne? ¿O de tinta? ¿Oculta su cara porque es una parca disfrazada de mujer, o es una mujer que se quiere hacer pasar por parca? ¿Dónde radica su doble naturaleza? Del cuadro no podemos concluir nada al respecto, porque el olor es el del barniz y la pulcritud. Ginger huele a tinta, a papel reciente o usado. Las feromonas de Mila son más elocuentes. A pesar de su empeño en ocultarlas bajo una generosa capa de perfume. Me resisto a pensar que Mila sea una parca, ahora. Ginger, en cambio... John Sereira / Elturiferario. Junio de 2007.
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VIII Tuve un sueño. No lo anoté, pero lo recuerdo con claridad, como secuencias ordenadas y vívidas, inconfundibles, aunque absurdas. Lo anoto ahora, aunque sé que al tratar de darle coherencia, falsearé algo. Será difícil encontrar coherencia, sin embargo. Lo que recuerdo como principio: Bajo el agua, el mar, a gran profundidad. El agua no es azul, ni verde, sino de un tono rojizo apagado. Nado acompañada de sirenas; dos. Sé que son sirenas, pero sin imagen, sin descripción que pueda aportar; no hay rastro en mi mente de su forma, pero sé que lo son. Distingo diferentes caracteres personales en ellas. Me hablaban en un lenguaje que yo entendía, pero que ya no recuerdo. Me estaban contando una historia, una serie de sucesos que yo debía conocer. Sus formas translúcidas me inspiran confianza y simpatía. Al dar por terminado el relato, me guían y acompañan hacia las profundidades abisales, donde un vórtice anaranjado, en continuo giro absorbente, tras su despedida, me arrastra hasta depositarme sobre mi cama, donde lógicamente desperté. Tenían nombres, que no recuerdo, pero que de alguna forma me resultaban conocidos. Al despertar, tuve la convicción de que lo que me explicaron era importante, aunque no recuerde el más mínimo detalle. Puedo anotarlo como un sueño absurdo más. Tenía el tubo agarrado sobre mis pechos. Mientras lo tuve, la sensación fue de realidad. Al devolverlo a la mesilla, al salir a la calle hacia la universidad, el sueño va derivando en fantasía para estudio de un psicólogo. John Sereira / Elturiferario. Junio de 2007.
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