II

Sereira: Brigitte

Anterior / previous  Índice / Index  Siguiente / next 

CAPITULO XVIII

No me lo puedo creer

Esto es una saga nórdica. Un cuento de las mil y una noches.

Puede que tenga que avisar.

¿A quién?

Desearía hablar con alguien.

Juan es estúpido. No parece una persona. Dice a todo que sí, pero es torpe y no piensa.

Parece un Golem tonto.

Quizá lo sea. Algunos de los escritos presuntamente alquímicos hablan de algo parecido. Encontré una novela titulada así, pero no tuve tiempo, ni ganas, de ver más de un par de páginas. Parecía siniestra. Ambientada en el gheto judío de Praga…

Juan no es siniestro: es tonto.

Me sonríe, pero no responde a ninguna de mis preguntas.

Actúa como un guardaespaldas inútil…

Lo lógico sería que volviera a hablar con ese Fulcanelli, quien quiera que sea realmente.

Pero me da miedo.

No es su aspecto. No resulta desagradable.

Ni su voz.

Es lo que me puede decir o contar. Algo que no sé si quiero saber.

Y sin embargo, no puedo evitar seguir averiguando detalles y situaciones absurdas, irreales.

A base de repetirlo, casi he asumido que tuve un padre, es decir, que alguien identificable lo fue: Un tal Juan, tenía que ser, ¡vaya una suerte la mía! Y con una biografía más que dudosa.

En el orfanato jamás me indicaron esa posibilidad.

Y lo hubieran hecho.

Marta arrastraba el conocimiento cierto de que su madre, que ejerció un tiempo la prostitución, la abandonó en aquella época, por ser incompatible con su modo de vida.

Y que nunca más se interesó por ella.

El sentimiento de Marta era mutuo. Ni antes ni después que yo sepa puso el mínimo interés.

Todos estos datos, aparte de formar parte de las confidencias lógicas entre amigas, eran en realidad públicos.

Las monjas no ocultaban prácticamente nada de lo que sabían ante cada interesada.

Y un sentido de la solidaridad que nos afectaba como grupo hacía que cada historio particular fuera, a grandes rasgos, conocida por todas.

En ese sentido, mi caso era especial.

No dudo de la sinceridad de las monjas a ese respecto. No me informaron de nada, porque nada sabían.

Algunas veces pasaba, no tan a menudo como se podría pensar, que realmente no había dato alguno. Como si una criatura pudiera aparecer de la nada. En estos tiempos burocratizados.

No quiero ni pensar en relacionarlo con las peregrinas teorías que se exponen en el diario que me hicieron llegar esa panda de desquiciados.

Necesito hablar con alguien cuerdo.

Y la verdad es que no dispongo de nadie.

Me pareció una buena idea dejar Madrid y venirme a Salamanca, no sólo porque me convenía la facultad, sino porque deseaba darme la oportunidad a mí misma de empezar de cero, de romper los tenues lazos que nunca me ligaron en exceso por otro lado, y probar a iniciar una vida nueva donde mi origen fuera desconocido.

Pasado un tiempo, y aunque no he intentado, ni quiero, inventarme una historia falsa, la verdad es que ni siquiera he encontrado a nadie que estuviera interesado en esa supuesta mentira, ni en la verdad tampoco.

Llegada a este punto, sí que me agradaría contar con alguien a quien explicarle mi situación actual. Alguien que al menos me escuche, y si puede ser que me entienda.

Y desde luego, ese espantajo de Juan está descartado. Aparte de que, en teoría, él si que conoce y maneja esa historia paralela de la que me quieren convencer…

Me gustaría ahora poder hablar con Marta, o mejor aún, con Sor Teresa, lo que ya es imposible.

Incluso con Nuria.

Puedo hablar con Nuria, si consigo recordar donde escondí su teléfono…

Pero ¿qué le digo?

Nuria, ¿me recuerdas? Brigitte ¿Cómo te va? ¿Dónde andas? Quería contarte…

Ha pasado demasiado tiempo, la verdad…

Arriba / up

Anterior / previous  Índice / Index  Siguiente / next 
Créditos


Perfil Profesional
La mano de la diosa
Miembro de Grupo Buho
Perfil
Artículo Z
e-mail
Radio Fuga
La Tetería
Creative Commons License
JAPM


Sereira: Brigitte