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Sereira: La mano de la diosa / Elturiferario ©

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CAPITULO XI

El documento

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Martes, a tantos de tantos... Lo que contenía el tubo.

Cuaderno de campo de Juan T. Volta sobre lo encontrado en el sótano de la corrala.
(Dije que no iba a llevar un Cuaderno de campo; y he cumplido hasta ahora. Pero me he encontrado con que únicamente poseo notas mentales sueltas sobre las explicaciones y comentarios que nos hizo el doctor Simón, en una tarde, y que yo intenté resumir por la noche, para ver si me había enterado de algo. Con poco éxito. Transcribo las notas, y los comentarios que se me van ocurriendo. Técnica y científicamente, no poseo formación, por lo que se deben disculpar las inexactitudes, que sin duda me son achacables, y no al doctor.)
Interior del tubo.
Preguntas:
¿Dónde está el subterráneo, sótano, túnel, cripta?¿Cómo se llega allí?
El tubo debe contener la información que nos lleve a tal lugar, presumiblemente subterráneo, en el cual o desde el cual se accede a una puerta.
Creemos que ésta es la información que vamos a encontrar en el tubo.

Comentarios sobre el texto:
Ciclo de textos. Antes de Piscis, Egipto, Sumeria, lenguaje cuneiforme ¿legible?, Piscis, legible, Acuario, legible, siguiente, ilegible, Vertical, ¿oriental?...

Descripción:
Papiro, becerro, piel ¿de qué animal o persona?, pergamino de Pérgamo.
El material sobre el que está el escrito es finísimo y sin embargo resistente, oscurecido por el tiempo de forma natural, o artificial para su conservación, como una patina.
Los ejes brillan, sin óxido, en tono mate, sin huella del paso del tiempo ¿De qué material está hecho?
Cerrado es un cilindro de unos diez centímetros de largo, con un diámetro de poco más de un centímetro.
Desenrollado tiene unos quince centímetros de largo, por unos diez de ancho.
El mecanismo salta automáticamente por contacto.
Pero no es seguro que lo pueda disparar cualquier persona o circunstancia.
Decide aparentemente por sí mismo, basándose en un abanico de datos que recoge de la piel que lo sostiene, su apertura o cierre.
Como comentario, diré que Eugène y Mila lo manipulan a voluntad, el doctor con dificultad. Yo de forma aleatoria...
Al desenrollarse, se extiende por los extremos y aparece el texto.
En un vistazo general, parece dividido en párrafos, de tamaño similar, sin enmarcar, sin encabezamiento ni firma, sin fechas.
El rollo adopta forma circular, es decir no tiene cabecera ni final. Es un arrollamiento sobre dos ejes continuos  donde no se distingue unión.
El texto está dividido claramente en sectores o “párrafos” cuyo contenido no se aprecia a simple vista.  Es necesaria, como habíamos supuesto, una óptica muy potente para distinguir signos diferenciados, pero sí se perciben los bloques o párrafos. Como un microfilm.
El número total de párrafos o divisiones es de trece.
Los textos, según el doctor, parecen coincidir con eras astrológicas. Trece, porque incluyen a Ofiuco. Parece seguir el ciclo astronómico, no el astrológico, primitivo.
En un primer vistazo, con una lupa que el doctor traía, se distinguen alfabetos reconocibles en cuatro ocasiones, dos  de ellas consecutivas. Reconocibles no quiere decir traducibles, entendibles.
Otros signos resultan desconocidos. En dos de ellos, alternos, las líneas se ordenan verticalmente, como en chino, pero los signos son claramente diferentes del chino o grafía similar. Otro parece dispuesto para ser leído de derecha a izquierda, como el árabe.
La superficie de lo que llamo párrafos varía de uno a otro. Algunos se ven más densos o  largos que otros.
Se intuye, sin embargo, que se trata de textos muy similares, si no idénticos en significado. En otras circunstancias se podría pensar en una nueva piedra Roseta, salvo que estos textos no estaban destinados a ser publicados en ninguna forma. Y no se veía que ninguno nos pudiera servir de referencia con facilidad.
Sería importante detectar si realmente el papiro pretende ser circular, o existe alguna unión clara que se pueda tomar como inicio, y tan sólo se trata de un ingenioso mecanismo para usar con comodidad, lo que indicaría sucesión, o ciclos.
De no darse esta unión que implique principio y fin, estaríamos ante un sistema circular, repetitivo, de eterno retorno...
Todo ello está relacionado con la concepción del tiempo y el espacio del autor o autores. Aunque a mí me suena todo a chino, para Eugène y Mila parece tener sentido.
Del análisis de los párrafos que parecen asequibles, quizá se desprenda algo.
En cuanto al material de que está construido el artilugio, tanto el presunto pergamino soporte como los ejes que lo permiten girar, prefiero no ser muy curioso, en principio. No quiero añadir cuestiones técnicas a mi ya saturada mente de preguntas sin respuesta. (Se puede hablar de similitudes con materiales conocidos, a la vez que de discrepancias notables).
De una primera aproximación no se deduce una edad reciente, ni lejana. Da la sensación de nuevo y viejo a la vez. Su peso: resulta sorprendentemente liviano, aún considerando su contenido y su tamaño.

Notas tomadas sobre las informaciones del doctor Simón
(Incompletas e inexactas, debido al desconocimiento de la teoría general que manejan el doctor, Eugène,... ¡y Mila!)

Consideraciones sobre “el tubo” y sus implicaciones:

El mecanismo es sencillo de comprender, aunque no así de qué forma se ha podido pergeñar, puesto que hay que tener en cuenta que se deben dar una serie de circunstancias que no son casuales, que deben ser calculadas con antelación para que se den en una época determinada.
El cálculo se puede hacer sin demasiadas dificultades. Los conocimientos astronómicos, en paralelo con los astrológicos, pertenecen a los inicios de la raza humana, y disponiendo de plazos de tiempo inmensos y tomando unas referencias con alto grado de inmutabilidad, la situación llega a ser previsible, como demuestran los monumentos megalíticos, entre otros.
Sin embargo en este caso se da una combinación en que ya no resulta válido el razonamiento clásico, puesto que lo que se sugiere en el documento no depende tan sólo de cálculos matemáticos cartesianos más o menos precisos sino que hace intervenir claramente el factor humano en una forma que actualmente nos resulta incomprensible.
Las matemáticas que intervienen aquí son desconocidas casi por completo en la actualidad.
La estadística, el dominio z, la lógica difusa, el cálculo de fractales, la búsqueda de los algoritmos de la inteligencia artificial, la teoría de Super Cuerdas, son rudimentos de toda una especialidad matemática, precisa para comprender y elaborar semejante artilugio.
Se puede calcular con bastante posibilidad de éxito sobre elementos naturales, como una montaña, una gran roca, una construcción artificial de cierto porte incluso -si bien sólo las pirámides han salvado este escollo temporal-. El periodo de validez resulta finalmente demasiado limitado.
Pero si nos basamos en determinadas construcciones humanas, más efímeras, fácilmente alterables, y conocida además su segura alteración, que en estas circunstancias ha de ser intencionada, puesto que la aparente accidentalidad favorece y tiende al resultado apetecido, el mecanismo se nos hace incomprensible, tanto como las propias herramientas matemáticas que lo hacen posible, porque implican la colaboración, voluntaria o no, de personas y sociedades. Hacen intervenir, fundiéndolas, psicología, sociología, estadística...
Existe una opción evidente a considerar: Que el documento sea falso, apócrifo, que no posea la antigüedad que pretende, que sea relativamente reciente.
Esto implicaría una burla,... o una trampa.
Otra opción llevaría al conocimiento del futuro, desde su inclusión en el tiempo,  hasta un extremo increíblemente absurdo.
Una tercera, no menos increíble, pero de la que aparecen algunos factores que la abonan, es la posibilidad de manipular el tiempo.
Al enfrentar estas opciones, se puede optar por la fe sin más, y abandonar nuestra natural tendencia a entender.
La hipótesis del doctor es que Mila desencadenó, bajo nuestra influencia, la “creación” del tubo en un sitio donde no estuvo nunca y ahora está siempre. La paradoja forma parte de todos los estudios sobre el tiempo.
 
Conclusiones y líneas de actuación

Dado que, lógicamente, en mi apartamento no hay parafernalia para el tipo de estudio que el doctor necesita realizar, ni los documentos y fuentes que debe consultar, ha optado por trasladar a Madrid el chisme a cuyo estudio y descifrado calcula que dedicará no menos de dos días.
En los laboratorios de la Universidad Autónoma tiene amigos que le ayudarán a manipular el mecanismo. En la Biblioteca Nacional espera encontrar la documentación que ayude a la interpretación. También quiere consultar algún archivo privado que ha nombrado en forma genérica.
Eugène y yo hicimos planes para dilapidar un par de días, con sus noches, después de despedirle en la estación.


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Juan Antonio Pizarro Martín ©