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HOMENAJE A ANTONIO PIZARRO LUNA

En Extremadura naces, tierra de conquistadores, de gente dura y sencilla, amables y luchadores; tierra fértil, tierra seca, de allí salen los mejores, abandonada a su suerte por no se “qué vencedores”, dejando a este pueblo hundido, en manos de explotadores.

Las circunstancias obligan, a emigrar hacia otras tierras, buscando que la familia no sufra tanta miseria; cuando llegáis a Aranjuez, os encontráis desplazados, pero también es un pueblo y os termináis integrando;

como buenos extremeños el trabajo no os asusta, y tarde o temprano encuentras, si con ahínco lo buscas.

Te hiciste duro en el campo laboreando con tu padre, y llegáis a la ciudad como tantos otros hacen, por labrarse un porvenir, que no a todos satisface; aquí te hiciste “paleta”(l), la construcción está en auge, hiciste lo que ahora hacen nuestros nuevos inmigrantes.

Pero, ¡tienes inquietudes!, ¡tu satisfacción no es plena!, tu quieres salir del pozo, crearte una vida nueva; tienes ansias de cultura y luchas por obtenerla, los estudios que no tienes, los suples con tu destreza, vas de la obra al Palacio(2) y al final de guía te quedas.

Te casaste con Pilar, vivisteis tiempos felices, ella tres hijos te dio, a los que mucho quisiste:

Antonio, Félix, Pilar, son tu semilla en la tierra, los nietos que ellos te dan, harán tu estirpe perpetua, y serán los portavoces de tu historia y de tu gesta.

Me han dicho que hiciste versos, con los que mucho alegraste esas tardes de poesía, que en el taller(3) declamaste; que tu herencia sea un ejemplo de los que vamos detrás, de nuevas generaciones, que tienen que despertar y ver que en lo material no se encuentra la riqueza, que se encuentra en la cultura, lo que a un hombre da grandeza.

De la azada a la paleta,
de la paleta a la pluma,
tu afición a la cultura, 
forjó tu mejor fortuna;
formar parte de este grupo,
que crece con la poesía, 
que nos sirve de consuelo
y es, la mejor medicina.

Ramón Pulido 5/10/2010

HOMENAJE POSTUMO

Hoy se nos ha ido un amigo, Abuelo, Padre y Hermano. Se nos ha ido un compañero y huérfanos nos quedamos.

Pero, no ha de entristecernos esta marcha de Pizarro, pues donde quiera que vaya, seguro será admirado

Por lo mucho que se lleva y lo que nos ha dejado, siempre le recordaremos, por “sus rollos” tan preciados

Esas tardes de los martes que todos recordaremos, cuando subía al escenario y nos mostraba sus respetos y luego nos deleitaba, con sus versos o sonetos.

Su memoria prodigiosa que a veces le traicionaba y para salir del trance, con otro verso enlazaba.

Y nos pedía mil perdones por lo mal que se sentía,

Sin saber que al escucharle, algo siempre se aprendía de su gran humanidad y la humildad que irradiaba, cuando leía sus poemas o de memoria declamaba.

Para mí tú no te has ido, té quedas en mi recuerdo, y aunque poco nos tratamos en mi haber quedan tus versos y el placer de conocerte, como Poeta y Maestro.

R. Pulido 16/10/2011

(1)  denominación que en algunas zonas de España se da al albañil.

(2)  referido al Palacio del Real Sitio de Aranjuez

(3)  referido al Taller de Poesía del Centro de Mayores de Aranjuez


a
A. Pizarro Luna. Sequoia.
a

Sequoia.

A. Pizarro Luna. Sequoia.

Por el suelo, esparcidas,
quebradas y rotas,
hay ramas astilladas,
del que fuera verde orgullo,
triunfante y altanero de tu copa;
eres raza trasplantada,
de otra tierra,
ejemplo vegetal
traído por los hombres,
de otro mundo lejano, occidental;
ha sido el rayo,
envidioso de tu suerte,
de bello rey del jardín,
el que quiso darte muerte;

violencia y fuego,
aniquilando al noble y fuerte.

A mí, también,
me trajeron de occidente;
de la tierra extremeña de mi raza,
fundé en Aranjuez familia,
en él, tengo vida y casa;
quizá otro rayo implacable,
me fulmine algún día,
y siendo menos noble,
nada brillante ni fuerte,
a ti me iguale,
a la hora del fin y de la muerte;
pues no será motivo de quejarse,
en esta tierra que cantó Joaquín Rodrigo,
florido y fecundo valle,
crecer, morir e integrarse;
tierra de vivir y amar,
es buena para quedarse.

A la sequoia del Jardín de la Isla, que recibió un rayo el 2 de septiembre de 1982.

Antonio Pizarro Luna.. 1982


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Poemario II


Agua.

Campillo de Llerena

Agua, que vas de La Mancha
A mi natal tierra extremeña ,
Agua verde sosegada en las lagunas de Ruidera,
Llevar mi cansado suspiro los aires
De Campillo de Llerena,
Decirle que me fui lejos
Dando mi amor a otra tierra,
Mi amor, a hembra castellana
En otra hermosa Rivera.
Con ella vivo mis días
En amor viviré con ella,
Pero es mi sangre castúa
Desde la cuna a la huesa.

Aranjuez

Antonio Pizarro Luna. 1982.


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Poemario III


"Cagancho".

A la muerte de Joaquín Rodríguez "Cagancho"

Cagancho

A la muerte de Joaquín Rodríguez "Cagancho"

Seguro que tus primeros llantos infantiles
En tu Triana, donde canta el aire,
Sonaron entre fuego de fragua,
Al repique martillos,
Compases del respiro de la calle.
Alguna gitana vieja
Maestra en burlar el hambre,
Te anunció genio y riqueza
Esa que luego tuviste
Ardiendo al sol de la plaza,
Ese saber lo que nadie
Picardias de una raza.
Los que pueden estudiar
En las universidades,
Y estudian para aprender
Saberes universales,
Hacen de la vida escuela
En tanto sabes, tanto vales.
A la escuela de la vida
Llegaste Joaquín desnudo,
Y tuviste para elegir
Pocos caminos del mundo,
Arriesgados casi todos
Con sudores y con penas
Pero comodo, ninguno.
Y cojiste el mas incierto
Por azar o vocación:
No escogen, son escogidos
Los elegidos del cielo,
Por fatal inclinación
Con la gloria por señuelo
Yque se lo manda Dios
Bailaor y cantante torero,
Sevillanas y seguirillas
Señorío de pies juntos,
Pintar el sueño en un lance
Angustia tejida en bronce,
Gloria y goce más que arte
Medida en imposibles naturales.
Cuando trabaja un artista
No le pidas que sude,
La esencia del arte
Nunca es afán que pudre,
Es ilusión que arde
Sueño y realidad que huyen,
Inspiración, miedo y cante
El tiempo, se hechó a la siesta
Al compás de un lance
En un resol de la plaza,
Al son de un ¡viva tu madre¡
Entre versos seda y oro
Y una mariposa grana tirando
Flores al aire.

Rebrillos de cobre viejo
Metal de fundir campanas,
Oros de sol y de aire
En la tarde sevillana,
La capa de seda vieja
Prima y bordón sobre el traste,
Dicen bulerias gitanas.

¡Quien te viera, don Joaquín
señor cuando toreabas¡.

Los títulos personales
Personalmente se ganan;
Haciendole al riesgo aire
En el centro de la plaza,
Escultura, duende y cante.

Y ahora sé que te moriste
Allá léjos, en las tierras mejicanas,
A pesar de la gloria que le diste
No podías vivir en tu patria;
Las razas bravas y pobres
Son naturalezas nómadas,
Perfiles de fuego y cobre.
Ni bichas ni gatos negros
Bailan en tu luna blanca,
Espantos de hechizo y muerte
Son fríos que siempre alcanzan;
La tierra, es matriz que pare
Señorío de los valientes,
Y sudario compasivo que tapa.

A esa tierra tropical
Que ha recibido tus huesos,
Yo quisiera mandarte un rosal
Y dos macetas de claveles sevillanos,
Espíritu de tu tierra trianera
De los llanos de cal y de sol,
Donde se abrieron tus ojos
Hoy cerrados.

Antonio Pizarro Luna. 1982.


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Poemario IV


Montoliú.

Elegía a la muerte de José Manuel Calvo Boninchón (Manolo Montoliú) el uno de mayo de 1992, escrita el dos del mismo mes.

Montoliú

De torero ibas vestido,
verde oliva y azabache,
Eras buen mozo y serio,
pisabas fuerte en el ruedo,
conocedor, valiente y responsable.
Siempre te dejabas ver,
sin susto del peligro
en cada apretado lance.
Toreros, como tú eras
justifican el existir de un Arte.
Porque así lo sentías
porque así lo ejercías
más que te exigiera nadie.

Te hemos visto morir
 a través de la Tele
 vimos en la pantalla impasible
 el último mover de tu imagen.
 Son las técnicas modernas
terribles y formidables.
Pero la muerte en directo
es, como es, impresionante.
Los Kilómetros, no existen,
la distancia es despreciable;
el alma, llora hacia dentro
aún en los hombres valientes
es invencible la muerte
por tu experiencia lo sabes.
En ese albero que pisó
Juan Belmonte, incomparable,
floreció el cuerno asesino
la roja flor de tu sangre.
Cabatisto, era marrajo
y te esperaba acechante,
más peligroso que un bravo
resulta un toro cobarde.
Ese par de banderillas
que con firmeza clavaste,
ese esperar a la fiera
y en la suerte recrearte
lo hiciste ayer, como siempre
Lo mismo que tantas tardes.
Quien hace bien un oficio
que más que un oficio, es Arte,
no tiene en cuenta peligros
ni cálculo imponderable.
Y si hay fallos, a pagar;
pagan con su vida y sangre.

Las encinas de Campocerrado
se agitaron a un temblor del aire.
Una vaca, levantando el hocico,
respiró efluvios vengativos
en la hondura de la tarde.
La muerte, huele a resfrío
en los hombres y en los animales.
La vaca, lloró a su hijo
muerto por José Mari Manzanares
bramando iras y venganzas
hacia alturas siderales
El fin de la vida es tragedia
y sus miedos, espectrales,
se saben algunas veces
sin que te lo explique nadie.
Lo sabemos los humanos;
también los irracionales.

 Ya en Manolo Montoliú
con el corazón abierto
por el asta lacerante,
se apagaron los latidos
de vida en tu cuerpo exangüe
Por ti, la gente taurina
tiene lágrimas de sal
en los curtidos lacrimales
Y el nombre de Cabatisto
de Don Atanasio Fernández
pintó negra cruz de luto
Joselito, en el libro de la Fiesta,
porque no lo olvide nadie.

Has muerto, como eras tú
de muerte sonada y grande,
tiñendo el dorado albero
con el rojo de tu sangre
roto tu hacer de maestro
por un natural percance.
En la Maestranza de Sevilla,
el Destino, fué a buscarte,
y al designio de los Hados
es imposible negarse.

Lloran Cristina y tus hijos,
Manuel Montoliú, tu padre.
Y toda la afición te llora
porque has sido buen torero
y un hombre bueno, nacido
entre claveles de Levante.

Antonio Pizarro Luna. 1992.
Publicado en Peña taurina "Los suecos".


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Tiñe de rojos el cielo...

cielo rojo

Tiñe de rojos el cielo la caída de la tarde
Se va el sol, diciendo adioses
Con brasas que ya no arden,
Los terrones y las piedras se tiñeron color sangre.
Esta una cogujada parda entre cardos y eriales
Dando quejas al invierno
Que anuncia el alto celaje.
Vuelan hacia el soto las grajas
Y las palomas torcaces
A buscar entre los chopos grajeras y palomares.
Silva en las lomas el viento
Las tonas de los gañanes.
Quite la lavija del yugo
Dando alivio a los afanes
De las mulas sudorosas
Y de mis pies con peales
La dureza de las abarcas defiende los pies
Cuando se anda en pedregales.
Se quedo el trigo tapado en la entrañas terrales
Es el sembrar sacrificio
La simiente es flor de sangre.
Me fui a burcar a mi novia
Por caminos vecinales, avanza la bicicleta
Si se aprietan los pedales.
Cuatro besos y un abrazo, con la ilusion
Que Dios sabe después, me sembre
En su vientre con lazos sacramentales,
Los caminos que corrimos
Ella y los hijos lo saben.
Simientes que esparce un hombre
En años primaverales,
Con nostalgia se recuerdan
En las tardes otoñales.
La juventud, generosa
Calor y amores reparten,
Los restos de la vejez,
A la tierra han de tornarse
Dando cumplimiento a un orden
De fuerzas tan razonables,
Que no hay soberbia ni orgullo
Que pudieran rebelarse.
Duro resulta admitirlo
Mas no hay poder a negarse
Ni sabiduría mayor
Que aceptar lo inevitable.

Antonio Pizarro Luna. 1982.


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